martes, 15 de enero de 2008

Amor Constante Más Allá de la Muerte, Francisco de Quevedo

"Amor constante más allá de la muerte"

Cerrar podrá mis ojos la postrera
Sombra que me llevare el blanco día,
Y podrá desatar esta alma mía
Hora a su afán ansioso lisonjera;

Mas no, de esotra parte, en la ribera,
Dejará la memoria, en donde ardía:
Nadar sabe mi llama el agua fría,
Y perder el respeto a ley severa.

Alma a quien todo un dios prisión ha sido,
Venas que humor a tanto fuego han dado,
Medulas que han gloriosamente ardido:

Su cuerpo dejará no su cuidado;
Serán ceniza, mas tendrá sentido;
Polvo serán, mas polvo enamorado.

FRANCISCO DE QUEVEDO (1580-1645)

Don Francisco:

Hoy, me ha apetecido cambiar el formato de este blog y a continuación me voy a permitir la licencia de hacer un copiar y pegar de un comentario anónimo a este soneto tan hermoso que yo desconocía y que con sus últimas palabras resonando en mis oídos , me introdujo anoche en los brazos amorosos de Morfeo...


Francisco de Quevedo es sobre todo conocido por su poesía satírica y burlona, siendo poco conocida su poesía amorosa. Sin embargo, ésta, a juicio de los críticos, alcanza las más altas cotas de la lírica española. Es lo que ocurre con "Amor constante más allá de la muerte", considerado uno de los más bellos sonetos de amor jamás escritos en lengua española.
En apenas catorce versos Quevedo condensa parte de la mitología griega sobre el más allá: tras la muerte("la postrera sombra que me llevare el blanco día"), el alma se separa del cuerpo y tiene que atravesar la siniestra laguna Estigia, conducida a bordo de la barca de Caronte. La ley impone que al atravesar la laguna el alma tiene que dejar todos sus recuerdos en la ribera de la que se parte, de modo que cuando se llega al destino final, los infiernos, ningún recuerdo le quede a esa alma.Ahora bien, el amor del poeta es tan intenso que esté dispuesto a desafiar la ley de los infiernos:
"mas no, de esotra parte, en la ribera,dejará la memoria, en donde ardía:nadar sabe mi llama el agua fría,y perder el respeto a ley severa."
La alusión a la "llama" ha de ponerse necesariamente en relación con la conocida metáfora que identifica al amor con un fuego intenso, lo que se simplifica aludiendo únicamente a la llama, en ese conceptualismo propio de Quevedo. El recuerdo de ese amor no puede quedarse en la ribera de la laguna, viendo como se aleja el alma que lo albergó("alma a quien todo un dios prisión ha sido"). Será capaz de "nadar el agua fría" persiguiendo a esa alma atormentadaY llegamos a la parte final, la descripción de ese profundo amor, inolvidable incluso después de la muerte. Para entender correctamente el poema hay que desentrañar el sentido de los últimos seis versos, y colocarlos correctamente, porque el poeta ha jugado con los mismos para realzar el emocionante final, de modo que, ordenados, resultan del siguiente modo:
"Alma a quien todo un dios prisión ha sido,su cuerpo dejará no su cuidado"
"venas que humor a tanto fuego han dado,serán ceniza, mas tendrá sentido"
"medulas que han gloriosamente ardido,polvo serán, mas polvo enamorado".
Ese alma que ha sido como una prisión para ese amor dejará su cuerpo, pero nunca el cuidado del mismo; las venas por las que ha corrido el fuego de ese amor serán ceniza como consecuencia de la muerte, pero tendrán sentido... Medulas (medula, no médula porque la expresión "médula" no se empleó hasta el siglo XIX), que han gloriosamente ardido, esto es, un amor que llegaba hasta lo más profundo de los huesos; "polvo serán, mas polvo enamorado", siendo esto lo que da sentido a toda la existencia.
El poema, por tanto, describe un amor de tal profundidad que resulta inolvidable incluso después de la muerte, y es tal la intensidad de ese amor que no solo daba sentido a la vida del poeta, sino que también da sentido a su muerte: "serán ceniza, mas tendrá sentido; polvo serán, mas polvo enamorado".

viernes, 4 de enero de 2008

Una necedad repetida por treinta y seis millones de bocas, no deja de ser una necedad, Anatole France

Anatole France

- Jacques Anatole François Thibault -(Francia, 1844-1924)
Seudónimo de Jacques Anatole François Thibault, novelista y premio Nobel francés, considerado frecuentemente como el mejor escritor francés de finales del siglo XIX y principios del XX. France nació el 16 de abril de 1844, en París. Estudió en la escuela Stanislas de París, aunque la mayor parte de su educación fue autodidacta. Desde muy joven fue un lector insaciable. Sus primeros libros publicados fueron Poemas dorados (1873) y la obra teatral en verso El puente de Corinto (1876). No consiguió, sin embargo, un estilo depurado hasta su primera novela, El crimen de Silvestre Bonnard (1881), en la cual hacía gala de habilidad estilística, de sutil y mordaz ironía y de genuina compasión, características todas ellas que formaron parte de su posterior producción. France produjo muchas novelas, obras de teatro, poemas, ensayos de crítica y filosofía e investigaciones históricas. Fue nombrado miembro de la Academia Francesa en 1896 y recibió el Premio Nobel de Literatura en 1921. En 1883 se unió a Madame Arman de Caillavet, la cual le inspiró gran cantidad de trabajos y promocionó sus escritos ayudándose de sus amplias relaciones sociales. Entre las obras de esta etapa intermedia cabe destacar los ensayos críticos La vida literaria (1888), las novelas Thais, cortesana de Alejandría (1890) y El Lirio rojo (1894) y la tetralogía de novelas Historia contemporánea (1897-1901), un ácido análisis de los corrosivos efectos del caso Dreyfus en la sociedad francesa. Anatole France se encontraba entre los intelectuales franceses que exigieron, con éxito, la exculpación de Alfred Dreyfus, un capitán del ejército francés acusado de traición. En sus últimos trabajos se convirtió en defensor de causas humanitarias, mediante elocuentes defensas de los derechos civiles, de la educación popular y de los derechos de los trabajadores, a la vez que atacó con amargas y brillantes sátiras los abusos políticos, económicos y sociales de su época. A pesar de sus polémicas, las elegantes y profundas cadencias, así como su maestría en el uso del lenguaje evidencian la devoción de France hacia las formas clásicas. Entre las obras que demuestran su arraigada conciencia social y su elocuencia clásica destacan las novelas alegóricas La isla de los pingüinos (1880) y La revolución de los ángeles (1914), y un relato sobre el reinado del Terror durante la Revolución Francesa, Los dioses tienen sed (1912). Anatole France murió en Tours el 13 de octubre de 1924.

Señor Anatole:

Comentario sensato el suyo, pero por eso mismo, nada populista.

La sensatez no forma parte de las mentes del pueblo liso y llano que, escuchando mensajes repetidos por los poderes fácticos, finalmente se deja arrastrar por la comodidad de las masas y se cree a pies juntillas las consabidas arengas electoralistas que elevan al poder a gobernantes elegidos en democracia por ese pueblo que resignadamente sufre a posteriori las consecuencias de su irreflexión.

Tristemente, parece que en la actualidad una mentira repetida por un número de personas inferior al de su frase, pasa finalmente a ser una verdad universal para muchos.

En fin, reflexiono: sensatez=madurez???