lunes, 7 de diciembre de 2009

"La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente"


"La Navidad no es un momento ni una estación, sino un estado de la mente. Valorar la paz y la generosidad y tener merced es comprender el verdadero significado de Navidad". (John Calvin Coolidge, 4 de julio de 1872 - 5 de enero de 1933, trigésimo Presidente de los Estados Unidos)

Mi aportación a estas fechas con un cuento navideño:

Se cerraron las luces de la entidad bancaria que le servía de cobijo cada noche desde que le echaron de su pisito cutre y húmedo del barrio del Raval.
Aquel cuchitril que guardaba todavía sus gemidos lastimeros cuando el amor de su vida le pidió un tiempo de reflexión para reconsiderar su matrimonio. Allí donde al principio se afanó en pintar las paredes de blanco inmaculado y cubrir los ventanucos con visillos de segunda mano adquiridos en los Encantes una obscura tarde de domingo, para que al recibir a sus hijos el siguiente fin de semana, no percibieran la decadente situación económica en que se encontraba, después de pasar la pensión mensual que el juez le había asignado a la que ya definitivamente nunca más besaría sus rosados labios...
Luego llegaron los insomnios, el dolor de las articulaciones a la hora del temprano sonido del despertador. Los despistes y omisiones en los asientos contables, las reiteradas advertencias del Sr. López sobre sus contínuas neglicencias laborales. La carta de despido via burofax que sin sorpresa encontró por fin en el buzón de la lúgubre escalera. Las colas en la oficina de desempleo para ir a sellar aquel boleto que certificaba que todavía seguía perteneciendo a las estadísticas más en voga y que le permitía recibir unos ingresos para ir cubriendo sus cada vez más insostenibles deudas...
Aquel año incluso pudo comprar unos dulces navideños y una botella de colonia barata en la casa de todo a cien para aquella madre que apenas le sonreía cuando le acariciaba la mano mientras ella con su mirada perdida en el horizonte, se despedía en silencio desde su silla de ruedas, fijamente anclada en la sala del geriátrico de donde, un mes más tarde, saldría para no volver.
Por suerte los peques marchaban al sol de playas caribeñas gracias a la generosidad del nuevo novio de su ex mujer que hacía todo lo imposible por ganarse su cariño e ir poco a poco relegándole al papel de persona "non grata" cuando se vio obligado a interrumpir los pagos de la pensión una vez agotado el período de prestaciones por desempleo.
Luego el martirio de su lucha por no querer abrir el buzón para no palpar los reitarados avisos de los abogados del propietario de la finca. Más tarde los golpes en su puerta a las once en punto, hora en que el cartero hacía diez días que intentaba hacerle entrega de la carta certificada en la que constaba la fecha límite para su desahucio. Al fin los mossos que derrumbaron su puerta y únicamente le dieron tiempo para que cogiera unas pocas pertenencias entre las que se hallaban la foto de sus tres hijos, una en blanco y negro, gastada y amarillenta que le había enviado su novia cuando él hacía la mili en Jaca, el ejemplar del Quijote que le había dejado en herencia su abuelo materno y la manta de rayas amarillas, rojas y verdes que le había dado todo el cariño y calor que su insoportable soledad requería...
Otra vez Navidad, pensó mientras se ensimismaba comprobando el insistente parpadeo de las luces del árbol que lucía erguido en el centro de la oficina y cuyos cristales quedaron empañados por su aliento al contacto de su boca con el cristal. Alguien le tocó en el hombro. Se volvió muerto de miedo, pero enseguida se sobrepuso, aquella mano iba acompañada con un bol de caldo caliente que una generosa vecina le venía a obsequiar al tiempo que le deseaba una feliz nochebuena.... Dios existe, después de todo, pensó....
Se palpó el bolsillo con nerviosismo comprobando la redondez del tubo de Dormidina que en un descuido del farmaceútico había conseguido afanar mientras éste iba a la trastienda en busca de unas muestras de mercromina con las que le obsequiaba amablemente para desinfectar sus heridas.
Insistió, Dios existe, gracias al calorcillo del caldo y a su aroma me será más fácil engullir estas grageas que me permitirán disfrutar por fin de mi eterna libertad...

jueves, 3 de diciembre de 2009

"El presente no existe, es un punto entre la ilusión y la añoranza", LLorenç Villalonga


Mi padre, alto, con su uniforme recién planchado, oliendo a limpio, sus ojos verdes mirándome, sus pobladas cejas negras arqueándose por mi petición, que, aunque infantil no le dejó impasible...
Sus manos firmes entre mis manecitas pequeñas, todavía con hoyuelos, hoyuelos que insistían en la inocencia de mi palabra: "papá en pico, córtame las uñas en pico..."
Ahora, hoy, en mi presente, en el segundo justo que me acicalo las manos, siento todavía su mirada de asombro posada en el color del esmalte nacarado que me aplico, evocando todavía hoy la nostalgia de aquel recuerdo dorado que permanecerá en mi por siempre, más allá de los tiempos venideros...
No me estoy haciendo la manicura, no, pero he notado como un ángel ha estado por aquí apretando las teclas de mi ordenata, mientras escribía....

lunes, 17 de agosto de 2009

Cinque Terre, Italia

cinque terre - Imágenes de Google

Vigneti delle Cinque Terre, di Riomaggiore, battuti dal Libeccio, riarse al sole.
Vigneti del Magnati, della Denega, di Serra, gremiti di scaglie di rocce più che di terra.
Sassi dei muretti a secco, edificati da uomini in bilico come capretti.
Terra sassosa impastata di sudore antico, versato per amore e non per castigo.
Gente del luogo o forestieri, observateli bene e soppesate le mie parole: "Quosto è il monumento edificado dai nostri antenati, che del lavoro ne fecero un "altra regione".
Eccolo lì! Di fronte a noi. Su, su dagli scogli fino ai monti, per loro eterna existença.
Cerchiamo di manterlo con amore, per rispetto della loro memoria!
Siro Vivaldi

VIAJO EN EL TREN DE LA VIDA
TRANSITO POR RECÓNDITOS LUGARES
OBSERVO LOS PARAJES SOLITARIOS
ME IMPREGNO DEL ALMIZCLE Y LA CANELA

ME SUMERJO EN ALMÍBARES Y NÉCTAR
ME INVADE LA NOSTALGIA Y AÑORANZA
ME DOBLEGO AL REFUGIO DE TU IMAGEN

SOY CONSCIENTE DEL DECLIVE DE MI ALMA
ESTOY PRESTA A ASUMIR EL DESENLACE
PERCIBO TU LATIDO EN LA DISTANCIA
Y ME RINDO AL DESESPERO DE TU AUSENCIA

lunes, 18 de mayo de 2009

NOSTALGIA, Mario Benedetti


¿De qué se nutre la nostalgia?
Uno evoca dulzuras,
cielos atormentados,
tormentas celestiales,
escándalos sin ruido,
paciencias estiradas,
árboles en el viento,
oprobios prescindibles,
bellezas del mercado,
cánticos y alborotos,
lloviznas como pena,
escopetas de sueño,
perdones bien ganados,
pero con esos mínimos
no se arma la nostalgia,
son meros simulacros,
la válida, la única
nostalgia, es de tu piel.


Descanse en Paz Don Mario.
Desde estas líneas le transmito un "hasta siempre" al gran enamorado del amor!!!.
Su obra poética es grande entre las grandres.
A partir de ahora nos embargará a todos la nostalgia de su pluma al volver a embriagarnos con sus hermosos versos.

lunes, 2 de febrero de 2009

"Un padre puede darle la espalda a su hijo, hermanos y hermanas pueden convertirse en inveterados enemigos, los maridos pueden abandonar a sus esposas


PERO EL AMOR DE UNA MADRE DURA PARA SIEMPRE" Washington Irving.

Madre, llévame a la cama
Madre, llévame a la cama.
Madre, llévame a la cama,
que no me tengo de pie.
Ven, hijo, Dios te bendiga
y no te dejes caer.

No te vayas de mi lado,
cántame el cantar aquél.
Me lo cantaba mi madre;
de mocita lo olvidé,
cuando te apreté a mis pechos
contigo lo recordé.

¿Qué dice el cantar, mi madre,
qué dice el cantar aquél?
No dice, hijo mío, reza,
reza palabras de miel;
reza palabras de ensueño
que nada dicen sin él.¿Estás aquí, madre mía?
porque no te logro ver…
Estoy aquí, con tu sueño;
duerme, hijo mío, con fe.

autor: Manuel de Unamuno

miércoles, 21 de enero de 2009

"El amor es como una mariposa. Mientras más lo persigues más te evade. Pero si lo dejas volar, regresará a ti cuando menos lo esperes". Antonio Gala

Antonio Gala

Poeta, dramaturgo, novelista y escritor español que ha conocido en los últimos años un reconocimiento unánime de público y crítica. Nacido en Brazastortas (Ciudad Real), consiguió un accésit del premio Adonais de poesía en 1959, con Enemigo íntimo, obtuvo el Premio Nacional de Teatro Calderón de la Barca en 1963, por Los verdes campos del Edén y consiguió el Premio Planeta en 1990 por su primera novela, El manuscrito carmesí. La obra teatral de Gala es muy amplia y ha gozado más de los favores del público que de una parte de la crítica. Esto ha podido deberse a la dificultad de clasificar su obra, ni de crítica social ni acomodaticia burguesa sino lírica y épica, y con una gran carga alegórica para que el público establezca las conexiones con la realidad próxima o lejana que su imaginación le permita. Entre sus obras de más éxito pueden citarse Anillos para una dama (1973), ¿Por qué corres, Ulises? (1975), Petra Regalada (1980), Samarkanda (1985), Carmen, Carmen (1988) y La truhana (1992). Su llegada a la novela fue tardía, pero con un éxito de público arrollador. A El manuscrito carmesí, han seguido, La pasión turca (1993), llevada al cine por Vicente Aranda, Aguila bicéfala (1994) y La regla de tres (1996). Toda la trayectoria literaria de Gala está marcada por temas de tipo histórico que utiliza más para iluminar el presente que para ahondar en el pasado. Ha escrito también guiones televisivos, como la serie Paisaje con figura, artículos periodísticos, entre los que destaca, la serie publicada en El País, Charlas con Troylo, e incluso el texto de la ópera, Cristobal Colón (1992).

Don Antonio, Angel Custodio, Sergio, Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de todos los Santos:

Como ya he comentado anteriormente, los libros te encuentran, se cruzan en tu vida sin una explicación lógica, te guiñan un ojo con un título provocador que compendia un contenido siempre enigmático y desconocido, pero en cualquier caso, a medida que vas adentrándote en las tripas del mismo, surje la oportunidad de entrar en comunión con su autor y buscar un paralelismo entre sus razonamientos y los tuyos propios, a la vez que gozas de esta prosa literaria con la que Vd. D. Antonio, Angel Custodio, Sergio, Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de todos los Santos, nos obsequia en cada uno de sus manuscritos convirtiendo todas y cada una de sus líneas en pura poesía. Cada verso suyo, destila sensibilidad, sutileza, aromas de jazmines en flor, puro terciopelo de ese aleteo de mariposa con el que hoy me he visto sorprendida en la frase que posteo. Deduzco que ha sido Vd. capaz de analizar en profundidad los vericuetos de los afectos hasta llegar a tan sabia conclusión, lo que le convierte en un gran conocedor del Amor con mayúsculas, ése que encuentra en la entrega total y desinteresada del alma, el goce más absoluto.

En fin, el título del libro en cuestión es el "Dueño de la Herida". En él se cuestiona Vd. la propiedad de lo abstracto, de lo intangible, de lo étero... ¿Podría alguien más que Vd. D. Antonio Angel Custodio, Sergio, Alejandro María de los Dolores Reina de los Mártires de la Santísima Trinidad y de todos los Santos, mi gran y admirado filósofo y poeta de la vida, encontrarle una respuesta a esta enigmática propuesta?

Me permito hacer un copiar y pegar del primer capítulo de su libro, de modo que quede constatado que no es simple quimera, sino demostrada experiencia, a través de los razonamientos que tan inteligentemente nos desgrana en el contenido del mismo


"¿Quién es el dueño de una carta: el remitente, o el destinatario? Quizá el correo, en su trayecto al menos. ¿Quién es el dueño de la herida: el que la causa, o el que la padece? ¿No son caras los dos de una misma moneda? O quizá el dueño es el sentimiento que les clava su dardo. Quien ama, quien es amado y el amor: ese arquero que los llaga a ambos, ese puente levadizo en que se encuentran y se desencuentran... El dueño de la herida es el verdugo y es la víctima; es el idólatra y es su ídolo; pero, sobre todo, aquello que los vincula o los enfrenta, sea cual sea su nombre. Porque hay amores que no saben el suyo verdadero.

Cuando tú llegues

Dicen que la juventud es tu edad predilecta, y dicen que la primavera es el tiempo en que sueles aparecer, Amor. Yo no puedo creerlo. Tú, que marcas el rumbo de las constelaciones, y diriges hasta los más pequeños ritmos de la tierra; tú, que conduces a los perros por los delicados caminos del olfato, y engarzas a las mariposas con larguísimos hilos invisibles; tú, que embelleces a cualquier criatura para seducir a otra, y organizas imprevistos y suntuosos cortejos nupciales, no puedes restringirte a una edad ni a una hora... No es que seas el aliado del día o de la noche, de la luz, de la lluvia, de la carne y del alma de la carne: es que eres todo eso. La vida tiende a ti; levanta su oleaje atraído por ti, igual que las mareas por la luna, y tú cubicas sus caudales, aforas sus corrientes, mides sus resplandores, distribuyes sus verdes avenidas. Tú eres la fuerza de la fuerza; por ti reinan los reyes, y besan los cautivos sus cadenas. Tú eres la mano que sostiene al mundo, y eres el mundo y sus ciegos sentidos. Tú dispones los granos de incienso de la felicidad y las charcas salobres de la pena. Sólo queda fuera de tu jurisdicción el tiempo inmóvil y vacío de la melancolía. Por eso yo no creo que tengas edades y estaciones: una mirada, un libro, un río, una canción, una manera de entrelazar los dedos... Tú, el águila bicéfala.
He empezado a escuchar los gritos del silencio. Hay momentos en que dejo de respirar para oírlos mejor, y luego debo respirar más hondo para recuperarme. Un suspenso que vibra en torno mío pone su ala sobre mi boca si hablo, o sobre mi mano si es que estoy escribiendo, para indicarme que ha sonado la hora de prestar atención. Algo que echo de menos y no sé lo que es me desocupa del pasado, como si fuese sólo un punto de partida, y me empuja al futuro, ignorando también lo que será. Cargado con antiguos recuerdos que me han hecho el que soy, siento que sin querer salgo a la busca -a la espera, mejor- del reino nuevo. En el aire percibo tu presencia. No tu presencia aún, sino el aura de jilgueros, de ramas perezosas, de impacientes heraldos que siempre te preceden. ¿Acaso no eres tú tus heraldos también? No quisiera engañarme, pero estoy presintiendo tu llegada, y no sé hacer nada más que mirar alrededor apasionadamente...
¿Desde dónde vendrás? ¿Descenderás la cuesta, o subirás del río? ¿Es el Sur, o es el Norte quien te envía? ¿Qué lenguaje hablarás? ¿Bajo qué amable rostro te encubrirás ahora? ¿Tendrás los labios gruesos de la primera vez, la nariz breve de la segunda, los ojos de mar claro de la siguiente, la sonrisa -que dominaba al furor y retenía la gloria- de la última? ¿Vendrás de golpe, como en cierta ocasión, igual que el rayo, o de puntillas, subrepticio así el día y la muerte, o quizá ya estás dentro de mí, y salgas cualquier tarde riendo a carcajadas como un niño? ¿Qué estás haciendo ahora, mientras yo te echo en falta? ¿Me echas tú en falta a mí; en qué trabajas; vacilas; sientes incompletas la noche y la mañana? Cuántas dudas hasta que surjas agitando la alegría lo mismo que un pañuelo.
Cuando llegues, Amor, tendrás que recibirme como soy, no como te imaginas. Tomarás mi libertad y me darás la tuya. Tomarás mi compromiso y me darás el tuyo. Empezaremos juntos a nacer; pero no será posible desentenderse de los pesados lazos del recuerdo. Yo sé que tus facciones inauguran el mundo: procuraré que no se interpongan entre tú y yo facciones anteriores, la fresca y dúctil piel sobre la que dormí, las caricias a que me acostumbré, los extremados cuerpos que asaltaron mi soledad un día, el deseo que jamás se agotaba y se agotó... Tú, que espoleas el tiempo, tendrás que darte prisa. Ten cuidado con él, porque cuando no estás transcurre en vano. Y se hará tarde, Amor, ya se hace tarde. ¿Y cómo, entonces, a la noche, podría ser examinado en ti?
O quizá no te fuiste. Jugaste al escondite, y eres el mismo siempre, que aparece y desaparece como en broma. Un prestidigitador que saca de su chistera un variado surtido de sorpresas... Quizá eres yo también. Yo, que alargo la mano. ("Alargaba la mano y te tocaba. / Te tocaba: rozaba tu frontera, / el suave sitio donde tú terminas.") Si es así, no cambies más de cara ni de gesto. Quédate quieto aquí. Mirémonos a los ojos despacio: no más desastres, no más crímenes. No entres una vez más a saco en la ciudad que es tuya. Serénate, puesto que tienes mi edad, si es que eres yo. No cambies de sonrisa, ni de rasgados ojos, ni de alargadas manos. No mudes el color de tu pelo, ni la forma de entrecerrar los párpados cuando se acerca el beso. Deja caer tu cuello sobre la almohada con el mismo desmayo de ayer. Deja tus brazos en torno de mi cuello igual que una bufanda para los días de frío venideros... Si no te fuiste, no te vayas más. No te disfraces; no finjas alejarte; no te hagas el dormido. Porque no hay demasiado tiempo, y habrá que darse prisa...
Pondremos los recuerdos encima de la mesa: la noche aquella de agosto junto al mar, las músicas ardientes, la desolación de todos los principios, su júbilo infinito, la incertidumbre de los tactos, la torpeza, las amargas palabras, el inconsciente gozo que salta como un pájaro efímero de un hombro en otro, la torpeza recomenzada cada día, el beso refugiado en la comisura de la boca entreabierta, la conversación muda de los ojos en las viejas tabernas, el atardecer que resbala sobre las aceras, y siempre la torpeza resistiéndo- se a reconocer que tú eres la única dádiva posible de la vida... Encima de la mesa los recuerdos comunes, como una manoseada baraja con que jugar por fin la última partida. Una partida en que nos asesoren todos los que hemos sido hasta ahora tú y yo.
Cuando llegues -si tienes que llegar- entra sin hacer ruido. Usa tu propia llave. Di buenas tardes, di buenas noches, y entra. Como quien ha salido a un recado, y regresa, y ve la casa como estaba, y lo aprueba, y se sienta en el sillón más cómodo con un lento suspiro. Abre cuando llegues, si quieres, la ventana a los sonidos cómplices de fuera, y a la luz, a la favorable intemperie de la vida. El tiempo en que no te tuve dejará de existir cuando tú llegues. Todo será sencillo. Como una rosa recién cortada, se instalará el milagro entre nosotros. No habrá nada que no quepa en mis manos cuando llegues. Tornasoladas nubes coronarán el techo de la alcoba. ¿Dónde están mis heridas?, me diré...
Pero escúchame bien: llega para quedarte cuando llegues"


Amor, cuando llegues, llega para quedarte,
pósate sosegadadamente en el corazón, mi mariposa del alma
despliega tus alas y reposa por siempre
en tu blindada morada.