sábado, 29 de septiembre de 2012

LA MIMOSA

El coche se deslizaba con prisa hacia ninguna parte.

A ambos les encantaba la velocidad y él en vez de pisar el freno, reducía la velocidad empuñando el extremo del cambio de marcha con mano firme, aquel cambio de marcha que a ella le recordaba su miembro cuando erecto y arrogante la invitaba a hacerla suya en cualquier rincón. Así las curvas se hacían gráciles y misteriosas sin permitirles apenas adivinar lo que aquel paraje agreste del acantilado gallego les podría deparar.

De repente apareció ante ellos erguido, solitario, dominando totalmente el paisaje, sus hojas vencidas por el peso de aquellos racimos de color oro ocre, en plena orgía de floración y fecundidad.

Ella absorta como estaba ante semejante belleza, se vio sorprendida por lo brusco de la frenada y, antes de que pudiera preguntarle qué estaba pasando, lo vio trepar decidido y vigoroso hacia el árbol al que le arrebató unas ramas de mimosa que corrió a depositar en las faldas de su amada mientras sus labios se posaban suavemente en su boca y la atraía asiéndola por la cintura para que apreciara la pasión que su masculinidad destilaba...

lunes, 17 de septiembre de 2012

DEVANEOS

ME TOMAS, ME DEJAS, ME ENAMORAS...

PORQUÉ ME GUSTA TU JUEGO?
SERÁ QUE ME HE ACOSTUMBRADO A TUS DEVANEOS?
SERÁ QUE TE HE INVENTADO PARA DESPETARME LUEGO?

TE BUSCO, TE AÑORO, TE SUEÑO...

PORQUÉ ME DUERMO EN TU BESO?
SERÁ QUE SIN SU CALOR PEREZCO?
SERÁ QUE BEBO EN SU NÉCTAR VENENO?

MAS... NUNCA EN MIS NOCHES TE ENCUENTRO

MI LECHO SÓLO ES CAMPO YERMO
MI ALMOHADA AÚN GUARDA TU HUECO
MI CUERPO SE SECA SIN RIEGO

MAS YO... NO DESESPERO...
JUEGO SOLA A TENERTE Y NO MUERO!

martes, 11 de septiembre de 2012

EL CAMISÓN

Lo guardaba en un cajón de aquella cómoda de laca blanca y con tiradores dorados que había rescatado de su antigua vivienda.
Su existencia le había pasado desapercibida desde que lo comprara un día soleado de verano en una corsetería de lujo de unos grandes almacenes.
Pero cuando supo que él podría venir a complacerla, el recuerdo de la prenda le vino de súbito a la memoria y se precipitó a abrir el mueble y comprobar que seguía allí intacto, cuidadosamente doblado en su envoltorio de celofán transparente.

Se desnudó y se dejó acariciar por su tacto de seda aterciopelado. Luego, ya con el rubor reflejado en sus mejillas, se acercó con un bamboleo sinuoso al espejo que estaba en el distribuidor junto a su alcoba. Allí vio reflejada su imagen todavía atractiva, todavía deseable, comprobando como sus curvas eran aún más, si cabe, realzadas y marcadas por el diseño del camisón.

Luego vino la dulce espera…

Noche tras noche se enfundaba en él, sintiendo su caricia, soñando con el calor de la boca de su amado, añorando ser poseída de nuevo por sus abrazos. Cuando desistía en la espera, en el transcurrir de los minutos, las horas, arrebolada por los apasionados recuerdos de anteriores encuentros, se auto-complacía hasta llegar al éxtasis que tanto anhelaba compartido.

Una madrugada, al fin, su móvil, situado desde entonces junto a su almohada, la despertó anunciándole la tan ansiada visita.

Ahora la prenda, aquel camisón de seda, guarda imágenes que le fueron prohibidas cuando pasó a dejar desnudo el cuerpo que lo vestía…