lunes, 14 de julio de 2008

Como decíamos ayer...., Fray Luis de León

Fray Luis de León (Belmonte, Cuenca, 1528 – † Madrigal de las Altas Torres, Ávila, 1591) fue un poeta, humanista y religioso agustino español de la Escuela salmantina.
Fray Luis de León es uno de los escritores más importantes de la segunda fase del Renacimiento español junto con Francisco de Aldana, Alonso de Ercilla, Fernando de Herrera y San Juan de la Cruz y forma parte de la literatura ascética de la segunda mitad del siglo XVI. Su poesía está inspirada por el deseo del alma de alejarse de todo lo terrenal para poder alcanzar a Dios, identificado con la paz y el conocimiento. Los temas morales y ascéticos dominan toda su obra.


Fray Luis nació en Belmonte en 1527. Su familia se trasladó prontamente a Madrid, y él mismo, cuando cumplió los catorce años, marchó a estudiar a Salamanca, ciudad que constituyó el centro de su vida intelectual como profesor de su universidad. Allí ingresó en la Orden de los Agustinos (Orden de San Agustín), profesando el 29 de enero de 1544. Estudió filosofía con Fray Juan de Guevara y teología con Melchor Cano. La exégesis bíblica se la dirigió Cipriano de la Huerga. Bachiller en Toledo y doctor en Teología por Salamanca.
Empezó su lucha por las cátedras: la de la Biblia, la de Santo Tomás. Estuvo un periodo en la cárcel por traducir la Biblia a la lengua vulgar sin licencia, concretamente, por su célebre versión del Cantar de los cantares. Encarcelado escribió De los nombres de Cristo y varias poesías entre las cuales Canción a Nuestra Señora. Tras la cárcel (del 27 de marzo de 1572 al 7 de diciembre de 1574),fue nombrado profesor de Filosofía Moral y un año más tarde obtuvo la cátedra de la Sagrada Escritura. En la universidad fue profesor de San Juan de la Cruz, que se llamaba por entonces Fray Juan de Santo Matía.
En Salamanca se divulgaron pronto las obras poéticas que el agustino componía como distracción, y atrajeron las alabanzas de sus amigos, los humanistas Francisco Sánchez de las Brozas (el Brocense), y Benito Arias Montano, los poetas Juan de Almeida y Francisco de la Torre, y otros como Juan de Grial, Pedro Chacón o el músico ciego Francisco de Salinas, que formaron la llamada Escuela de Salamanca o salmantina.
Las envidias y rencillas entre órdenes y las denuncias del catedrático de griego León de Castro entre otros profesores, le llevaron a las cárceles de la Inquisición bajo la acusación de preferir el texto hebreo del Antiguo Testamento a la versión latina (la traducción Vulgata de San Jerónimo) adoptada por Trento, lo cual era cierto, y de haber traducido partes de la Biblia, en concreto el Cantar de los Cantares, a la lengua vulgar, cosa expresamente prohibida por el reciente Concilio de Trento y que sólo se permitía en forma de paráfrasis. Por lo primero fueron perseguidos y encarcelados también sus amigos los hebraístas Gaspar de Grajal y Martín Martínez de Cantalapiedra. Aunque era inocente de tales acusaciones, su prolija defensa alargó el proceso, que se demoró cinco largos años, tras los cuales fue finalmente absuelto. Parece cierto que se puede atribuir la décima que presuntamente, al salir de la cárcel, escribió en sus paredes:

“Aquí la envidia y mentirame tuvieron encerrado.¡Dichoso el humilde estado del sabio que se retirade aqueste mundo malvado,y, con pobre mesa y casa,en el campo deleitoso,con sólo Dios se compasay a solas su vida pasa, ni envidiado, ni envidioso!”
También se afirma que, tras esos cuatro años de cárcel, empezó la primera clase de este modo: Dicebamus hesterna die... (es decir, ‘Decíamos ayer...’). Nervioso e insomne, dejó hermosos poemas a la noche estrellada, al efecto de la música en el espíritu y a la curiosidad intelectual, que en él se expresaba especialmente en un particular interés por la astronomía y la naturaleza. Se retiraba con frecuencia a una finca de la orden, a poca distancia de Salamanca, llamada La Frecha (ahora se conoce como «La Flecha»). Murió cuando su orden estaba a punto de hacerle provincial de la misma. Fue enterrado en el convento de los Agustinos de Salamanca y, tras su destrucción por las tropas francesas, trasladado a la Capilla del Edificio Histórico de la Universidad.

Fray Luis de León:

Intentando poder documentarme sobre el origen de su frase, me he encontrado con gratas sorpresas, entre ellas el motivo por el que estuvo Vd. injustamente encarcelado: su traducción del hermoso libro bíblico "Cantar de los cantares" Hago un copiar y pegar de estos hermosos versos que Vd. transcribió para mi goce, hoy, claro, y para castigo suyo antaño por la Santa Inquisición, al encender con ellos llamas en corazones tan místicos como los de la propia Sta. Teresa de Jesús o San Juan de La Cruz...

“Bajo la sombra deseado me senté, Y su fruto fue dulce a mi paladar. Me llevó a la casa del banquete, Y su bandera sobre mi fue amor. Sustentadme con pasas, confortadme con manzanas; porque estoy enferma de amor”“Porque he aquí ha pasado el invierno, Se ha mudado, la lluvia se fue; Se han mostrado las flores en la tierra, El tiempo de la canción ha venido, Y en nuestro país se ha oído la voz de la tórtola”“Yo dormía, pero mi corazón velaba. Es la voz de mi amado que llama: Abreme, hermana mía, amiga mía, paloma mía, perfecta mía, Porque mi cabeza está llena de rocío, Mis cabellos de las gotas de la noche. (...) Yo os conjuro, oh doncellas de Jerusalén, si halláis a mi amado, Que le hagáis saber que estoy enferma de amor”“Ponme como un sello sobre tu corazón, como una marca sobre tu brazo; porque fuerte es como la muerte el amor (...) Las muchas aguas no podrán apagar el amor, Ni lo ahogaran los ríos”

Hay cárceles impuestas por la propia vida en las que te sientes injustamente recluido y un día, al ver un simple resquicio de luz, reanudas en el mismo punto todas y cada una de las vivencias con la misma plenitud y vehemencia, como si en ese paréntesis de experiencias nefastas, el tiempo se hubiera detenido y ningún síntoma del sufrimiento y espera vividos hubiera producido en ti mella alguna. Tanta es el ansía del ser humano por seguir aferrado a la vida!!!

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