Tito Marcio Plauto (Sársina, Umbría, 254 adC - Roma, 184 adC), comediógrafo latino.
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No se conoce sino como aproximación la fecha de su nacimiento; se ha fijado la de 254 adC por una noticia de Cicerón (Brutus, 60) y sabemos que murió en el consulado de Plauto Claudio y L. Porcio, siendo censor Catón, es decir, en el 184 adC. Ciertamente este lapso vital corresponde a un periodo históricamente muy revuelto: la II Guerra Púnica (de la derrota de Cannas, 216, a la victoria del Motauro, 207, y Zama, 202) y la primera afirmación de la intervención romana en Grecia y en el Oriente helenístico. Se trasladó a Roma de joven y allí fue soldado y comerciante. El amplio conocimiento del lenguaje marinero que atestiguan sus obras confirma este último dato, y posiblemente también realizó viajes por el Mediterráneo. Se arruinó y tuvo que empujar la piedra de un molino al tiempo que empezaba a escribir comedias palliatas adaptadas del griego. Su enorme éxito le valió salir de molinero para consagrarse a este nuevo oficio y murió prácticamente rico con más de setenta años, envuelto en una popularidad gigantesca.
Señor Plauto:
Ciertamente, como en casa de uno, no se está en sitio alguno...
Aunque su planteamiento está hecho en pasiva, es decir, en este caso desde el punto de vista del que da hospedaje, observo con asombro, como ya en su época, las visitas también eran recibidas con recelo.
Extrapolando este razonamiento a nuestros días, corroboro que vivimos en la gran sociedad del anonimato, sobre todo en las grandes urbes, donde los propios vecinos de una comunidad sólo llegan a coincidir en las reuniones de propietarios, a pesar de vivir hoy más que nunca en la gran sociedad de la comunicación, interesados, eso sí, más en lo le pasa al gran gigoló de moda, que aquéllo que acontece en nuestro más inmediato entorno familiar.
Bien cierto es, por otro lado y coincidiendo con el sentido profundo de su frase, que, por desgracia, la verdadera libertad, la de la auténtica comodidad, sin fingimientos, sin corsés, está en la catedral de nuestros domicilios donde únicamente compartimos nuestras plegarias diarias con nuestros seres más queridos.
Bien, voy a ver si confirmo mi reserva de hotel porque así no doy el coñazo a nadie!
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